Ni Crimen ni Pecado
La parca llegó al encuentro con su afilada guadaña
luciendo un oscuro fuerte, ojos huecos, calva helada.
Fue la víctima elegida un amor indiferente,
aunque los críticos dicen que fue cómplice en su muerte.
Se inclinó a la realidad en clara muestra de entrega.
No le quedaban más sueños, y anémico de pasiones
vencido por la rutina, cargando con su desgracia
solicitó la eutanasia, su estado ya daba pena.
Hubo un amor sin sustento y ese amor hoy yace muerto.
Lo enterraron sin mortaja en lugar desamparado,
en medio de algún reproche sin lágrimas ni lamentos.
Hubo un amor y está muerto. No fue crimen ni pecado.
almv
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